Evangelio De La Verdad
Prólogo
16 El Evangelio de la verdad es
alegría para quienes han recibido de parte del Padre de la verdad el don de
conocerlo por el poder de la Palabra que ha venido desde el Pleroma, la que
está en el Pensamiento y el Intelecto del Padre, la que es llamada el Salvador,
ya que es el nombre de la obra que debe llevar a cabo para la salvación de
quienes eran ignorantes del Padre, pero el evangelio es la manifestación de la
esperanza que se descubre por quienes la buscan.
I. SURGIMIENTO DE LA IGNORANCIA
Frustración de la búsqueda y
creación ilusoria
Puesto que la Totalidad buscó a
Aquel del que habían salido, y la Totalidad estaba dentro de Él, el Incomprensible,
el Impensable, que está sobre todo pensamiento, ignorar al Padre produjo
angustia y terror. Pero la angustia se tornó densa como una bruma, de manera
que nadie podía ver; por este motivo se ha fortalecido el Error; ha trabajado
su materia vanamente, puesto que no conocía la verdad. Emprendió una obra
disponiendo con esfuerzo y belleza algo semejante a la Verdad. Esto, en
realidad, no constituía una humillación para el Incomprensible, el Impensable,
puesto que eran nada, la angustia, el olvido y la obra engañosa, en tanto que
siendo firme la Verdad es inmutable e inquebrantable y totalmente bella. Por
esto, despreciad el Error. De este modo no tenía raíz y estaba en una bruma
respecto del Padre, afanado en disponer actividades, olvidos y terrores, para
por medio de ellos atraer a los del medio y hacerlos cautivos.
El olvido
El olvido del Error no se
manifestó. El olvido no tuvo lugar desde el Padre, aunque tuvo origen por su
causa. Pero lo que nace en él es el conocimiento que se manifestó para que el olvido
se disipara y el Padre fuese conocido. Ya que el olvido existió a causa de que
el Padre no fue conocido, cuando el Padre sea conocido, el olvido a partir de
ese momento dejará de existir.
II. EL DESCUBRIMIENTO DEL PADRE
Jesús crucificado y la existencia
en el Padre
Éste es el evangelio del que se
busca, que se reveló a los que son perfectos por las misericordias del Padre,
el misterio oculto, Jesús, el Cristo, por cuyo medio iluminó a los que estaban
en la oscuridad a causa del olvido. Los ha iluminado y (les) ha mostrado un
camino. El camino, sin embargo, es la verdad que les ha enseñado. Por este
motivo el Error se ha irritado contra él, lo ha perseguido, lo ha maltratado y
lo redujo a nada. Lo clavó en un madero (y) fue un fruto del conocimiento del
Padre. Pero no fue motivo de destrucción porque fuese asimilado, sino que a los
que lo asimilan dio motivos para que sean felices por el descubrimiento, pero
Él los descubrió en sí mismo y ellos lo descubrieron en ellos, al
Incomprensible, al Impensable, al Padre, el Perfecto, que produjo la Totalidad,
en el que está la Totalidad y del que la Totalidad necesita. Aunque ha
conservado su perfección en sí, la que no ha dado a la Totalidad, el Padre no
era celoso. Pues ¿qué celo podría existir entre Él y sus miembros? Porque si el
Eón hubiera recibido así su perfección, no podrían llegar […] al Padre, el que
conserva en sí su perfección, dándosela como una conversión hacia Él y un
conocimiento perfectamente único. Él es el que ha producido la Totalidad, en el
que está la Totalidad y del que la Totalidad necesita. Como en el ejemplo de
alguien al que otros ignoran, que desea que lo conozcan y lo amen, del mismo
modo ¿por qué motivo la Totalidad estaría necesitada a no ser que fuese por el
conocimiento del Padre? Él (=Jesús) fue un guía, silenciosamente y en reposo.
El Salvador maestro
Apareció en las escuelas,
profirió la Palabra como un maestro. Se le aproximaron los sabios, según propia
estimación, para probarle. Pero los confundió, porque eran vanos. Ellos lo odiaron,
puesto que no eran sabios verdaderamente. Después de todos éstos se aproximaron
a él también los niños, a quienes pertenece el conocimiento del Padre.
Fortalecidos, aprendieron los aspectos del rostro del Padre. Conocieron y
fueron conocidos; fueron glorificados y han glorificado.
III. PREVISIÓN SALVÍFICA
El libro del viviente y la
crucifixión
Se manifestó en su corazón el
libro que vive del Viviente, el que está escrito en el Pensamiento y el
Intelecto [del] Padre y que antes del establecimiento de la Totalidad estaba en
su Incomprensibilidad, el que nadie podía tomar, puesto que está reservado para
el que lo tomara para ser inmolado. Ninguno hubiera podido manifestarse de
cuantos creyeron en la salvación si no hubiera aparecido ese libro. Por ese
motivo el compasivo, el fiel, Jesús, aceptó con paciencia los sufrimientos
hasta que tomó este libro, puesto que sabe que su muerte es vida para muchos.
Del mismo modo que en un testamento se ocultan antes de abrirse los bienes del
dueño de la casa fallecido, así sucede con la Totalidad, que permanece oculta
en tanto que el Padre de la Totalidad era invisible, siendo un ser engendrado
por sí mismo, del que provienen todos los intervalos. Por este motivo apareció
Jesús, revistió aquel libro, fue clavado en un madero, y publicó el edicto del
Padre sobre la cruz. ¡Oh sublime enseñanza! Se humilló hasta la muerte, aunque
la vida eterna reviste. Después de despojarse de estos harapos perecederos, se
revistió de la incorruptibilidad que nadie puede sustraerle. Habiendo penetrado
en las regiones vacías de los terrores, atravesó por los que estaban desnudos a
causa del olvido, siendo conocimiento y perfección, proclamando lo que hay en
el corazón […] […] enseñar a sus discípulos. Pero los discípulos son el
Viviente, los que están inscritos en el libro del Viviente. Reciben la
enseñanza sobre sí mismos, la reciben del Padre, y se vuelven de nuevo hacia
Él.
Previsión paterna y llamada del
elegido
Puesto que la perfección de la
Totalidad está en el Padre, es necesario para la Totalidad subir hacia Él.
Entonces, el que posee el conocimiento adquiere lo que le es propio y lo atrae
hacia sí. Porque el que es ignorante está menesteroso y falto de muchas cosas,
puesto que le falta lo que lo perfeccionará. Dado que la perfección de la
Totalidad está en el Padre, es necesario que la Totalidad ascienda hacia Él y
que cada uno adquiera lo que le es propio. Los ha inscrito de antemano,
habiéndolos preparado para darla a los que han salido de Él. Aquellos cuyo
nombre conoció de antemano han sido llamados finalmente, de modo que el que
posee el conocimiento es aquel cuyo nombre ha sido pronunciado por el Padre,
pues aquel cuyo nombre no ha sido dicho es ignorante. Efectivamente, ¿cómo
podrá oír aquel cuyo nombre no ha sido convocado? Porque el que es ignorante
hasta el fin es una obra del olvido y será disuelto con él, de lo contrario
¿cuál es el motivo de que estos desgraciados carezcan de nombre y de que no
exista para ellos una llamada?
Respuesta a la llamada y
contenido del Libro
De esta manera el que posee el
conocimiento es de lo alto. Si es llamado, escucha, responde y se vuelve hacia
quien lo llama para ascender hacia Él. Y sabe cómo se llama. Poseyendo el
conocimiento hace la voluntad de quien lo ha llamado, quiere complacerle y
recibe el reposo. Su nombre propio aparece. El que llegue a poseer el
conocimiento de este modo sabe de dónde viene y a dónde va. Sabe como una
persona que habiendo estado embriagada ha salido de su embriaguez, ha vuelto a
sí misma y ha corregido lo que le es propio. Él (=Jesús) ha desviado a muchos
del Error. Les ha precedido hasta sus lugares, de los que se habían alejado
cuando aceptaron el error, a causa de la profundidad del que abarca a todos los
intervalos, mientras que ninguno existe que lo abarque a Él. Era una gran
maravilla que estuvieran en el Padre sin conocerlo y que fuesen capaces de autogenerarse,
puesto que no podían comprender ni conocer a Aquel en el que estaban. Porque de
este modo su voluntad no había emergido de Él. En efecto, la reveló en
consideración a un conocimiento que persuada a todas sus emanaciones. Éste es
el conocimiento del libro viviente que reveló a los eones, por fin, como [sus
le]tras, revelando cómo no son vocales ni consonantes, para que el que las lea
piense en algo vano, sino que son letras de la Verdad que sólo pronuncian los
que las conocen. Cada letra es un pen[samiento] completo, porque son letras
escritas por la Unidad, habiéndolas escrito el Padre, para que los eones por
medio de sus letras conozcan al Padre.
IV. LIBERACIÓN SALVÍFICA
Advenimiento de la Palabra y
reintegración del elegido
Su sabiduría contempla a la
Palabra, su enseñanza la pronuncia y su conocimiento la ha revelado. Su
clemencia es una corona sobre ella. Su alegría está en armonía con ella; su
gloria la ha exaltado; su imagen la ha manifestado; su reposo la ha recibido en
sí mismo; su amor hizo un cuerpo sobre ella; su fe la ha rodeado. De esta
manera la Palabra del Padre surge en la Totalidad, como el fruto [de] su
corazón y como impronta de su voluntad. Pero sostiene a la Totalidad
eligiéndola y recibe también el aspecto de la Totalidad. Jesús el de infinita
dulzura la purifica, le da vuelta hacia el Padre y la Madre. El Padre descubre
su seno. Pero su seno es el Espíritu Santo. Descubre su secreto, su secreto es
su Hijo, para que por la misericordia del Padre los eones dejen de inquietarse buscando
al Padre y descansen en él sabiendo que es el reposo. Después de haber colmado
la deficiencia, ha abolido la forma. Su forma es el mundo en el que fue
esclavo.
Disolución del mundo y de lo
múltiple
Porque la región en donde hay
envidia y discordia es deficiente, pero la región en la que hay unidad es
perfecta. Puesto que la deficiencia se produjo porque se ignoró al Padre,
entonces cuando se conoce al Padre la deficiencia dejará de existir. Como
sucede con la ignorancia de una persona, que una vez que conoce se desvanece su
ignorancia, como se desvanece la oscuridad cuando aparece la luz, del mismo
modo también se desvanece la deficiencia ante la perfección. Así desde ese
momento no se manifiesta más la forma, sino que se disolverá en la fusión de la
Unidad, porque ahora sus obras yacen dispersas, a la vez que la Unidad dará
perfección a los intervalos. En la Unidad cada uno se realizará; en el
conocimiento se purificará de la multiplicidad en la Unidad, consumiendo la
materia en sí mismo, como una llama, y la oscuridad por la luz y la muerte por
la vida. Si estas cosas verdaderamente han sobrevenido a cada uno de nosotros,
debemos vigilar sobre todo para que la morada sea santa y esté en silencio para
la Unidad.
Parábola de los vasos y juicio de
la Palabra
Es lo mismo que en el caso de
ciertas personas que han dejado los lugares que tenían vasos en sus puestos que
no eran buenos. Si los hubieran roto, tampoco habría sufrido daño el dueño de
casa. Sin embargo queda satisfecho, pues en lugar de los vasos deteriorados,
los hay llenos, que son de manufactura perfecta. Porque así es el juicio que ha
venido de lo alto. Ha juzgado a cada uno, como una espada desenvainada, de
doble filo, que corta por ambos lados. Cuando la Palabra apareció, la que está
en el corazón de quienes la pronuncian, ella no es sólo un sonido, sino que
tomó un cuerpo, una gran turbación sobrevino entre los vasos, porque algunos
habían sido vaciados y otros estaban llenos; es decir, algunos habían sido
provistos, pero otros derramados, unos purificados, pero otros quebrados.
Perturbación cósmica y derrota
del Error
Todas las regiones se agitaron y
conmovieron, porque carecían de orden y estabilidad. El Error se desconcertó,
ignorando qué hacer; se afligió, lamentándose, y quedó vacilante, porque no
sabía nada, después que se le aproximó el conocimiento que es su destrucción y
el de todas sus emanaciones, el Error es vano, al no tener nada adentro. La
Verdad apareció, todas sus emanaciones la conocieron. Saludaron al Padre
verdaderamente con una potencia perfecta que las une con el Padre. Porque cada
una ama a la Verdad, puesto que la Verdad es la boca del Padre y su lengua es
el Espíritu Santo. El que se une a la verdad se une a la boca del Padre por su
lengua, cuando llegue a recibir el Espíritu Santo, puesto que tal es la
manifestación del Padre y su revelación a sus eones. Ha revelado lo que de Él
estaba oculto y lo ha explicado. Pues ¿quién existe, sino el Padre solamente?
Seres ocultos y descubiertos
Todos los intervalos son sus
emanaciones. Han sabido que proceden de Él como hijos provenientes de un hombre
perfecto. Sabían que todavía no habían recibido forma y que todavía no habían
recibido un nombre, cada uno de los cuales engendra el Padre. En ese momento
reciben una forma por su conocimiento, pues aunque estén en Él, no le conocen.
Pero el Padre es perfecto, conociendo todo intervalo que está en Él. Si quiere,
manifiesta a quien quiere, dándole una forma y dándole un nombre y lo llama y
motiva que ellos vengan a la existencia los que antes de venir a la existencia,
ignoran a quien los ha formado. No digo, por lo tanto, que no son nada los que
todavía no existen, sino que están en Él que querrá que vengan a la existencia
cuando quiera, como el tiempo conveniente por venir. Antes de que todas las
cosas se manifiesten, sabe lo que producirá. Pero el fruto que todavía no se ha
manifestado, nada sabe, ni nada hace. De este modo también cada intervalo que
es en el Padre proviene del que es, que lo ha establecido desde lo que no es.
Pues el que carece de raíz, tampoco tiene fruto, pero por más que piense
interiormente «He comenzado a existir», sin embargo, será destruido por sí
mismo. Por este motivo el que no ha existido en absoluto nunca existirá.
Entonces ¿qué quiso para pensar de sí mismo? Esto: «He existido como las
sombras y los fantasmas de la noche». Cuando la luz ilumina el terror que esa
persona ha experimentado, comprende que no es nada.
El estado de pesadilla y el
despertar
De este modo eran ignorantes del
Padre, al que no veían. Puesto que existía terror, turbación, inestabilidad,
vacilación y discordia, eran muchas las ilusiones y las vacuas ficciones que
los ocupaban, como si estuvieran sumergidos en el sueño y convivieran con
sueños inquietantes. Bien huían a algún lugar, bien se daban vuelta extenuados,
después de perseguir a otros, bien daban golpes, bien los recibían, bien caían
desde grandes alturas, o bien volaban por el aire, aunque sin poseer alas. A
veces (les) sucede como si alguien fuese a matarlos, aunque nadie los persiga,
o bien como si ellos mismos mataran a sus vecinos, porque se encontraron
manchados con su sangre. Una vez que los que pasan por estas cosas se
despiertan, nada ven, aunque estaban en medio de todas estas confusiones,
puesto que ellas no existen. Semejante es el modo de los que han rechazado la
ignorancia lejos de sí, igual que no tienen en ninguna consideración el sueño,
así tampoco consideran sus acciones como algo sólido, sino que las abandonan
como un sueño tenido en la noche. El conocimiento del Padre lo aprecian como el
amanecer. De esta manera ha actuado cada uno de ellos, como cuando estaban
dormidos mientras que eran ignorantes. Y éste es el modo como ha (llegado el
conocimiento), como si se despertara. ¡Feliz será el que llegue a darse vuelta y
a despertarse! Y bienaventurado es el que ha abierto los ojos del ciego. Y el
Espíritu ha corrido tras él, dándose prisa para despertarle. Habiendo tendido
la mano al que yacía sobre la tierra, lo afirmó sobre sus pies, pues todavía no
se había levantado.
V. INTERVENCIÓN PATERNA
Mediación del Hijo
Les dio los medios de conocerlo,
el conocimiento del Padre y la manifestación de su Hijo. Porque cuando lo han
visto y lo han oído, les hizo gustarlo y sentirlo y tocar al Hijo bienamado.
Cuando apareció, instruyéndoles sobre el Padre, el Incomprensible, cuando les
hubo insuflado lo que está en el Pensamiento, cumpliendo su voluntad, cuando
muchos hubieron recibido la luz, se dieron vuelta hacia él. Porque los
materiales eran extraños y no vieron su semejanza, tampoco lo habían conocido.
Pues él vino en una forma carnal, sin encontrar ningún obstáculo a su
desplazamiento, puesto que la incorruptibilidad es irresistible. De nuevo, dijo
cosas nuevas, hablando sobre lo que está en el corazón del Padre, habiendo
proferido la Palabra sin defecto. Una vez que la luz habló por su boca y su voz
engendró la Vida, les dio pensamiento e intelecto, la misericordia y la
salvación y el espíritu poderoso proveniente de la infinitud y de la dulzura
del Padre. Habiendo detenido los castigos y las torturas, puesto que desviaban
de su rostro a muchos que estaban en el error y los lazos necesitados de
misericordia, ha destruido a ambos con poder y los confundió con el
conocimiento.
Parábola de la oveja perdida
Ha llegado a ser un camino para
los que iban descarriados y conocimiento para los ignorantes, descubrimiento
para los que buscaban y confirmación para los vacilantes e incontaminación para
los manchados. Es el pastor que ha dejado las noventa y nueve ovejas que no
estaban perdidas y ha ido a buscar a la que estaba extraviada. Se regocijó
cuando la encontró, porque noventa y nueve es un número que está en la mano
izquierda, que lo contiene. Pero cuando se encuentra el uno, el número entero
pasa a la mano derecha. Del mismo modo sucede al que le falta el uno, es decir,
la mano derecha completa, que atrae a lo que era deficiente y lo toma del lado
de la mano izquierda y lo lleva a la derecha, y de este modo también el número
llega a ser una centena. Se trata del signo del que está en su sonido, o sea,
del Padre. Incluso en sábado ha trabajado por la oveja que encontró caída en el
pozo. Ha reanimado a la oveja subiéndola desde el pozo para que sepáis
íntimamente, vosotros, los hijos del conocimiento interior, cuál es el sábado,
en el que no es conveniente que la salvación descanse, para que podáis hablar
del día de lo alto, que carece de noche, y de la luz que no se oculta, porque
es perfecta. Decid, pues, desde el corazón que sois el día perfecto y que en
vosotros mora la luz que no desfallece. Hablad de la verdad con los que la
buscan y [del] conocimiento a los que han pecado en su error.
VI. DEBERES DEL ELEGIDO
Afirmad el pie de los que vacilan
y tended vuestra mano a los débiles. Alimentad a quienes tienen hambre y
consolad a los que sufren. Levantad a los que quieren levantarse y despertad a
los que duermen, porque sois el entendimiento que atrae. Si actuáis así como
fuertes, seréis también más fuertes. Prestaos atención a vosotros mismos y no
os preocupéis de las otras cosas que habéis apartado de vosotros. No volváis a
lo que habéis vomitado para comerlo. No seáis polillas. No seáis gusanos,
porque ya lo habéis rechazado. No seáis un lugar para el diablo, porque ya lo
habéis destruido. No consolidéis vuestros obstáculos, los que sois vacilantes,
aunque seáis como un apoyo (para ellos). Pues al licencioso se lo debe tratar
incluso como más nocivo que al justo. Efectivamente el primero actúa como una
persona sin ley, pero el último actúa como una persona justa entre los demás.
Así pues, vosotros haced la voluntad del Padre, puesto que le pertenecéis.
VII. EL PADRE Y LOS ELEGIDOS
El elegido como fragancia del
Padre
Porque el Padre es dulce y lo que
hay en su voluntad es bueno. Ha tomado conocimiento de lo que es vuestro para
que podáis reposar en Él. Porque por los frutos se toma el conocimiento de las
cosas que son suyas, ya que los hijos del Padre son su fragancia, pues existen
desde la gracia de su rostro. Por esta razón el Padre ama su fragancia y la
manifiesta en toda región, y si la mezcla con la materia, da su fragancia a la
luz y en su Silencio la hace superar toda forma (y) todo sonido, pues no son
los oídos los que perciben la fragancia, sino que es el hálito que tiene el
sentido del olfato y atrae la fragancia hacia sí y se sumerge en la fragancia
del Padre, de manera que así lo protege y lo lleva al lugar de donde vino, de
la fragancia primera que se ha enfriado como algo en una obra psíquica,
semejante al agua fría que se congela sobre la tierra que no es firme y que los
que la ven piensan que es tierra, pero después de nuevo se disuelve. Las
fragancias, pues, que se han enfriado provienen de la división. Por este motivo
vino la fe, disolvió la división y aportó el Pleroma cálido de amor para que el
frío no vuelva de nuevo, sino que exista la unidad del pensamiento perfecto.
Perfeccionamiento en el Padre
Ésta es la Palabra del evangelio
del descubrimiento del Pleroma, para los que esperan la salvación que viene de
lo alto. Mientras que su esperanza, por la que esperan, está en expectativa,
ellos cuya imagen es luz, sin ninguna sombra, entonces, en ese momento, el
Pleroma sobreviene. La deficiencia material no proviene de la infinitud del
Padre, el que viene a dar tiempo para la deficiencia, aunque nadie podría
sostener que lo incorruptible pudiera venir de esta manera. Pero la Profundidad
del Padre se multiplicó y el pensamiento del Error no existía con él. Es algo
que declina, es algo que fácilmente se pone derecho de nuevo con el
descubrimiento de Aquel que ha venido hacia él al que recuperará. Porque este
retorno es llamado arrepentimiento. Por este motivo la incorruptibilidad ha
soplado y ha ido detrás del que ha pecado para que pueda descansar. Porque la
clemencia es lo que queda para la luz en la deficiencia, la Palabra del
Pleroma. En efecto, el médico va ligero hacia el lugar en donde hay un enfermo,
porque ahí está la voluntad que hay en él. El que es deficiente, entonces, no
se oculta, porque uno posee lo que al otro le falta. De esta manera el Pleroma
que no es deficiente, pero que colma la deficiencia, es lo que. Él suministró
desde sí mismo para completar lo que le falta, para que así reciba la gracia.
Cuando era deficiente, no tenía la gracia. Por esto había deficiencia en el
lugar en donde no había gracia. Una vez que aquélla, que estaba disminuida, se
recibió, reveló lo que le faltaba, siendo (ahora) Pleroma, es decir, el
descubrimiento de la Luz de la Verdad que apareció sobre él porque ésta es
inmutable.
Unción del elegido y el paraíso
como lugar del reposo
Por esto se habló de Cristo en su
medio para los que estaban angustiados pudieran retornar y él pudiera ungirlos
con el ungüento. Éste es la misericordia del Padre que tendrá misericordia de
ellos. Pero aquellos a los que ha ungido son los perfectos. Porque los vasos
llenos son los que habitualmente se untan. Pero cuando la untura de un vaso se
disuelve, está vacío y el motivo de su deficiencia es la causa por la que su
untura desaparece. Porque en ese momento lo atrae un soplo, algo por el poder
de lo que está con él. Pero de aquel que carece de deficiencia ningún sello es
levantado, ni nada se derrama, sino que aquello de lo que está falto el Padre
perfecto una vez más lo llena. Él es bueno. Conoce a sus simientes, porque es
el que las ha sembrado en su paraíso. Pero su paraíso es su lugar de reposo.
Éste es la perfección en el pensamiento del Padre, y éstas son las palabras de
su reflexión. Cada una de sus palabras es la obra de su voluntad única en la
revelación de su Palabra. Mientras estaban todavía en la profundidad de su
pensamiento, la Palabra que fue la primera en adelantarse las reveló junto con
el Intelecto que profiere la Palabra única en la gracia silenciosa. Ha sido
llamado Pensamiento, porque estaba en Él antes de revelarse. Le correspondió,
pues, adelantarse la primera cuando la voluntad de Aquel que quiso lo
determinó.
La voluntad inescrutable del
Padre
Pero la voluntad es que el Padre
esté en reposo y complacido. Nada sucede sin la voluntad del Padre, pero su
voluntad es inescrutable. Su huella es la Voluntad y nadie puede conocerla ni
es posible a nadie escudriñarla para comprenderla. Pero cuando quiere, lo que
quiere ahí está, aun cuando el espectáculo no les agrade del modo que sea ante
Dios, cuando el Padre quiere. Porque conoce el comienzo de todos y su final. Al
final, efectivamente, los interpelará directamente. Pero el fin consiste en
conocer al que está oculto, y Éste es el Padre, del que ha salido el principio
y hacia el que retornarán los que han salido de Él. Ellos, por otra parte, han
aparecido para la gloria y la alegría de su nombre.
VIII. EL NOMBRE DEL PADRE ES EL
HIJO
El nombre del Padre, empero, es
el Hijo. Es Él el que en el Principio dio un nombre al que ha salido de sí, que
era Él mismo y al que engendró como Hijo. Le ha dado su nombre, el que le
perteneció; es aquel al que le pertenece todo lo que existe en torno al Padre.
Suyo es el nombre; suyo es el Hijo. Es posible para éste verlo. Pero el nombre
es invisible porque sólo él es el secreto del Invisible que viene a los oídos
que están completamente llenos de él por él. Porque, realmente, el nombre del
Padre no es dicho, sino que se revela por medio del Hijo. Entonces y siendo así
¡grande es el nombre! ¿Quién, entonces, podrá pronunciar un nombre para Él, el
gran nombre, salvo Él solo al que pertenece el nombre y los hijos del nombre,
en los que descansó el nombre del Padre, los que a su vez descansaban en su nombre?
Puesto que el Padre es inengendrado, Él solo es el que lo engendró como nombre
para sí mismo antes de producir los eones, para que el nombre del Padre
estuviese sobre sus cabezas como Señor, el que es el nombre verdadero, firme en
su autoridad por la potencia perfecta. Porque el nombre no pertenece a las
palabras ni su nombre forma parte de las denominaciones sino que es invisible.
Se dio un nombre para sí solo, puesto que Él solo se contempla y solo tiene
capacidad para darse un nombre. Porque el que no existe carece de nombre. Pues
¿qué nombre se puede dar al que no existe? Pero El que es, es asimismo con su
nombre, y el único que le conoce y el solo que sabe darle un nombre es el
Padre. El Hijo es su nombre. Por lo tanto no lo ha ocultado, sino que ha
existido y en cuanto es el Hijo, sólo Él dio un nombre. El nombre, por lo
tanto, es del Padre, igual que el nombre del Padre es el Hijo. Puesto que ¿en
dónde la misericordia encontraría este nombre, si no es junto al Padre? Pero
seguro que alguno dirá a su vecino: «¿Quién dará un nombre al que existía antes
que él, como si los niños no recibieran un nombre de los que los han
engendrado?» Primero, entonces, nos conviene entender acerca de este tema:
«¿qué es el nombre?». Éste es el nombre auténtico; por lo tanto no es el nombre
que deriva del Padre, puesto que es el nombre propio. No ha recibido, por
consiguiente, el nombre en préstamo como los demás, según el modo como cada uno
es producido, sino que éste es el nombre propio. No hay ningún otro al que se lo
haya dado. Pero él es innominable e indescriptible, hasta el momento en que
éste, que es perfecto, sólo lo expresó. Y él es el que tiene el poder para
proclamar su nombre y contemplarlo. Por consiguiente, cuando le ha parecido
bien que su nombre amado sea su Hijo y le dio el nombre a él, este que salió de
la profundidad, expresó sus realidades, sabiendo que el Padre es carente de
mal. Por esto también lo ha enviado para que hablase del lugar y de su lugar de
reposo desde el que ha venido y glorificase al Pleroma, la grandeza de su
nombre y la dulzura del Padre.
IX. EL REPOSO DEL PADRE
Sobre el lugar de donde ha venido
cada uno hablará y hacia la región en la que ha recibido su constitución
retornará con prisa y abandonará esta región, la región donde se halló
recibiendo gusto de aquel lugar, nutriéndose y creciendo. Y su lugar propio de
reposo es su Pleroma. De este modo todas las emanaciones del Padre son
plenitudes, y la raíz de todas estas emanaciones está en que a todas las hizo
crecer en Él mismo. Él les ha asignado sus destinos. Cada una de ellas se ha
manifestado, para que por su propio pensamiento […]. Porque el lugar hacia el
que extienden su pensamiento, ese lugar, su raíz, es la que las eleva en todas
las alturas hacia el Padre. Toman posesión de su cabeza, que es reposo para
ellas, y son sostenidas, uniéndosele, de manera que dicen que han participado
de su rostro con sus besos. Pero no se manifiestan de esta manera, ya que no
fueron elevadas por sí mismas; tampoco han sido privadas de la gloria del Padre
ni lo concibieron como pequeño ni duro, ni irascible, sino como carente de mal,
imperturbable, dulce, conociendo todos los intervalos antes de que existieran y
sin haber tenido necesidad de instruirse. Ésta es la manera de ser de los que
poseen (algo) de lo alto de la grandeza inconmensurable, en tanto que esperan
al Uno solo y perfecto, que está allí para ellos. Y no descienden al Hades ni
hay para ellos celos ni lamento ni muerte, sino que descansan en el que
permanece en reposo, sin esforzarse ni dar vueltas en torno a la verdad. Por el
contrario, ellos mismos son la verdad y el Padre está en ellos y ellos están en
el Padre, siendo perfectos, siendo indivisibles en el verdaderamente bueno, de
nada necesitan, sino que permanecen en reposo, refrescados por el Espíritu. Y
tendrán en cuenta su raíz. Se interesarán por estas cosas en las que
encontrarán su raíz y no sufrirán pérdida para su alma.
Conclusión
Tal es el lugar de los
bienaventurados. En cuanto a lo demás, sepan en sus lugares que no me es conveniente,
habiendo estado en el lugar de reposo, decir nada más. Pero es en él en el que
estaré, y para consagrarme por entero al Padre de la Totalidad y a los
verdaderos hermanos, aquellos sobre los que el amor del Padre se derrama y en
cuyo medio nada de Él falta. Son ellos los que se manifiestan verdaderamente,
puesto que existen en la vida verdadera y eterna, y hablan de la luz que es
perfecta y colmada de la simiente del Padre, y que está en su corazón y en el
Pleroma, mientras que su Espíritu se recogija en esto y glorifica a Aquel en el
que ha existido porque es bueno. Y sus hijos son perfectos y dignos de su
nombre, porque Él es el Padre y son hijos de este tipo los que Él ama.